31 de octubre de 2010

El Ángel de la Guarda...

He decidio darle un toque otoñal al blog por el simple hecho de que el otoño es una bonita época donde comienza el cambio. Los árboles se desprenden de sus viejas hojas para que renazcan más fuertes en un futuro cercano... Y quizás por esa razón he puesto mi blog así: porque yo también me estoy deshaciendo de pensamientos, prejuicios e inquietudes para darle paso a nuevos retos, sueños y emociones venideras...
Pero no nos olvidemos de que para llegar a eso, antes tendré que pasar por un duro invierno...
El fin de semana que llevaba esperando desde principios de mes llega a su fin y el sabor de boca es simplemente exquisito.
"- ¿Al final te has ido a Granada? -me preguntaron algunos clientes durante el desayuno. Asentí a todos-. ¿Y qué tal?
- Pues... -Sonreía-. Sencillamente sensacional."
En realidad pienso ¿Qué hay después que "sensacional? ¿Maravilloso? ¿Increible? ¿Mágico? ¿Inolvidable? En ese caso mi fin de semana, o concretamente mis 24 horas en Granada (23 y media para ser exactos) han sido maravillosas, increibles, mágicas e inolvidables... ¿Y a quién se lo debo? A la persona más maravillosa, increible, mágica e involvidable que conozco: Damián.
Cabe decir que cuando empecé a salir con Pablo y mencionaba a aquel muchacho que decía ser su "hermano" no sentía la más mínima simpatía por él... No sé... Sencillamente, por las cosas que me contaba nunca pensé que podría llegar a hacerme tan buen amigo de una persona que a primera vista no me entraba por los ojos... Le conocí, comenzamos a charlar, a conocernos, y poco a poco se fue consolidando lo que hoy considero una de las mejores amistades que se puedan imaginar. La primera impresión no siempre es la que cuenta, porque la imagen que me creé de Damián, de chulo y flipao, se desvaneció por completo en cuanto empecé a tomarme la molestia de conocerle un poco... Y seguiré tomándomela...
Pero no estoy aquí para llenar de elogios a ese muchacho de personalidad fuerte y de entereza infinita, si no para hablar del día que pasé con él.
Llegué a Granada tras un largo día de trabajo a eso de las 22:30 aproximadamente del viernes. Llegaron los abrazos, los besos y comenzamos con conversaciones triviales. Fuimos a su piso, a "casa", y allí, tras acomodarnos, abrimos el messenger y comenzó a charlar con colegas y conocidos de sus últimos días mientras me informaba de quién era cada uno y me ponía al tanto. Se hizo tarde y decidimos salir a comer fuera, porque íbamos a salir de fiesta después.
Finalmente acabamos comiéndonos una pizza familiar (mitad de queso y mitad barbacoa) sentados en el banco de un parquecillo cercano. Con la primeras gotas de una pequeña llovizna que nos acompañaría intermitentemente durante el resto de la noche llegamos a "Infrarrojos", una discoteca de ambiente gay. Nos bebimos una copa, compartimos algunas risas, y observamos el ganado. Había de todo y como siempre te fijas en uno y esperas durante toda la noche que al menos su mirada se cruce con la tuya... Me sentí ligeramente vacío, pues ya empiezo a tener ganas de sentirme bien con alguien, de volver a anotar tantos en los marcadores que siguen en empate a cero y aquel ambiente de promiscuidad y ajeno a todo tipo de sentimientos y emociones más allá del orgasmo no era de mucha ayuda. Damían hizo que no pensara en eso y continuó la noche.
Más tarde fuimos al "Six Colours" y allí, mitad de lo mismo... Llegamos a casa a las 5 de la mañana y lejos de irnos a dormir, comenzamos a intercambiar impresiones... Las conversaciones profundas se habían hecho de rogar, pero por fin habían llegado.
Si hay algo que valoro de Damián, aparte de que con él los silencios no son incómodos, es la tranquilidad y confianza con la que puedo hablar con él de absolutamente todo, porque sé que no se va a horrorizar por nada. Hablamos de varias cosas empezando por la experciencia que está viviendo de compartir piso y algunas anécdotas, y terminando con temas sexuales, pasando por Marcos, César, y un pequeño etc.
Al fin estaba encontrando eso que yo había ido buscando a Granada. Al fin estaba sentado delante de la única persona que en estos momentos, debido a la cercanía, puede comprenderme y apoyarme.
Hubo una conversación durante el trayecto de vuelta a la casa (de la cual es fruto el título de hoy), que me gustó especialmente: hablamos de la posible existencia, ya sea incorporea, en forma de persona o interior, de los ángeles de la guarda. Me confesó y confío varias inquietudes que le están provocando falta de apetito e incluso insomnio y le contrarresté importancia alegando que tarde o temprano todo se soluciona, porque hay una fuerza externa, ese ángel de la guarda, que acaba ayudándonos y protegiéndonos y que hace que siempre salgamos del pozo... No es que no le diera importancia a los problemas que mi amigo me estaba contando, si no que yo ya había tomado una decisión: ayudarle aunque él se opusiera, que se opondría.
Al final terminamos resolviendo no irnos a dormir para poder aprovechar al máximo el poco tiempo del que disponíamos, pues cuando amaneció ya quedaba poco tiempo para separarnos de nuevo.
El sábado transcurrió con normalidad, poco que destacar realmente, a excepción de una cosa: la tarde en el café. Nunca antes había tenido una conversación tan genial con nadie delante de una taza de chocolate caliente antes de jugar una partida al billar. Tengo que agradecerle una cosa a Damián sobre ese momento aparte de que me invitara al chocolate y es que abriera su corazón del modo en que lo hizo contándome recuerdos y pasajes de su vida que estaban profundamente enterrados. Gracias por haberme dado el 100% de tu confianza.
Al cabo tuve que irme, no sin antes cumplir con mi plan, que por respeto propio y también por respeto a Damián, no voy a desvelar en este blog... Simplemente diré que espero haber podido ser, aunque fuera por un momento su ángel de la guarda en la misma medida en la que él es el mío...
Puede que quien lea esto no piense que fue un día tan mágico ni tan maravilloso. Más bien fue algo normal: salimos, nos reímos y disfrutamos de la compañía que nos brindaba el otro, pero si he mencionado todos esos adjetivos es porque lo mejor fue que pude llegar a conocer al verdadero Damián.
"Al menos se fue comido a su casa"... "¿Te pica el ojo? Ven que te arrasco"... "¿Vais a la Vogue? Sí, sí vais..." Y un millón de risas más. Sólo decir que gracias por haberme dado la oportunidad de conocerte al 100% (aunque aún espero esa foto) y que ¡¡¡TE QUIERO!!!
Claramente esta segunda temporada de mi vida (otoñal, por cierto) comienza así... Deshaciéndome de viejas inquietudes como la soledad, pensamientos como el olvido y prejuicios como la traición. Simplemente diré que tengo la conciencia muy, pero que muy tranquila, porque Damián me ha abierto los ojos. A quienes realmente les he hecho daño alguna vez en mi vida, lo saben y ya les he pedido disculpas en alguna ocasión, nada más. ¡Ah, bueno! Quizás también puedo añadir que "la venganza es un plato que se sirve frío"...
Con respecto a mis planes y objetivos para el futuro... Pues ya iré comentándolo por aquí, que por hoy ya es suficiente...
Damián, de nuevo, gracias y Te Quiero...

...::Edu::...

PD. "No necesito conservar nada tuyo porque eso sería reconocer que te puedo olvidar"... Y por eso, no necesito nada tuyo para acostarme todas las noches, pensar en ti, y saber que ahora estarás bien...

1 comentario:

  1. Edu, me ha encantado esta entrada. Has descrito el finde tal y como pasó, y el PD. me ha gustado mucho, porque es algo de lo que estuvimos hablando del azucarillo y eso.
    Ya te hecho de menos, en verdad desde que entramos a la estación de buses ya te echaba de menos.

    TE QUIEROOO!!!

    ResponderEliminar